gritamos para dentro,
soñamos en camas utópicas,
bordamos hilo transparente,
nos regocijamos con lluvia ácida.
Todo esto llego más rápido de lo que yo esperaba,
me imaginaba aquí a los dieciseis,
aún sobreviviendo y recién sudando la primera gota,
aún cantando y sonriéndole a Clemente,
el fantasmita que me cuida.
Así y azá.
Aquí y acá.
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