Siguen avanzando los pájaros sobre el tejado, que se seca con el sol que reaparece tarde, para calentar tu friolenta nariz de muñequita flexible.
Te cuento un par de secretos en tu boca, desde entonces tu pelo comienza a bailar y tus ojos se cierran para así mismo sellar el pacto de amor que le prometes al destino que lleva mi nombre.
En ésta época es cuando agradezco que existe la imaginación, ya que al no poder tenerte aún, me siento delirante entre titubeantes placeres de pasillos eternos llenos de espinas disfrazados de rosas púrpuras.
Quiero aún conocer tu color favorito... pero si me hablaras... y me contaras tus secretos tomándome mi huesuda mano, dejaría de ser la bacteria y el orejudo, hasta que me dejes y te escapes sutilmente como una dama, y vuelva a ser, amorfamente la bacteria orejuda.
Escápate conmigo.
Escápate conmigo.
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